Sin mi apellido
La Justicia condenó a un padre a indemnizar a su hija por no reconocerla
Imagina crecer sin una parte fundamental de tu historia: el apellido y el reconocimiento de tu papá. Esta fue la realidad de una joven que, a pesar de que su padre sabía de su existencia desde el embarazo, tuvo que esperar hasta los 14 años para que la Justicia le diera la razón y obligara a su progenitor a reconocerla legalmente.
Pero la historia no terminó ahí. La justicia acaba de dar un paso más: condenó a este hombre a pagarle a su hija una importante suma de dinero como compensación por todo el dolor y el daño emocional que le causó su ausencia y su negativa a darle su identidad.
¿Qué decidió la Justicia y por qué es importante para todos?
En un fallo reciente, de mayo de 2025, la Cámara de Apelaciones de San Nicolás analizó este caso y dejó varias enseñanzas clave:

- Reconocer a un hijo es una obligación, no una opción: Un padre no puede "elegir" si reconoce o no a su hijo. Es su deber legal desde el momento en que sabe de su existencia. No puede poner como excusa que la mamá no se lo pidió antes o que tenía problemas personales.
- El daño emocional se da por hecho: La Justicia entiende que no tener el apellido de tu papá, no ser reconocido por él y tener que pasar por un juicio para obtener tu identidad, causa un sufrimiento evidente. No hace falta un psicólogo que lo certifique; el daño es tan notorio que se presume. En este caso, el padre esperó 5 años desde que se inició el juicio para aceptar la realidad, lo que agravó aún más el dolor de su hija.
- La lucha de la madre no fue indemnizada: Un punto muy discutido fue si la mamá, que crió sola a su hija y llevó adelante el reclamo, también debía ser compensada. La Cámara decidió que no. Explicaron que, aunque su esfuerzo fue enorme, la "víctima directa" de la falta de reconocimiento fue la hija, y por eso la compensación económica es solo para ella.
- Una compensación justa y actualizada: El tribunal fijó una indemnización de $3.000.000 para la hija. Para llegar a esa cifra, tuvieron en cuenta el tiempo que pasó (casi toda su niñez y adolescencia), la negativa constante del padre y el impacto que esto tuvo en su vida social y escolar. Es importante destacar que el monto se fijó a "valores actuales" para que el dinero no pierda valor con la inflación y la reparación sea real.
¿Qué nos enseña este caso?
Nos recuerda que el derecho a la identidad es sagrado. Tener un nombre, un apellido y ser reconocido por nuestros padres es fundamental para construir quiénes somos. La Justicia deja un mensaje contundente: ignorar esta obligación no es gratis y tiene consecuencias legales y económicas muy serias. Es un paso más para proteger a los niños y adolescentes y asegurar que sus derechos más básicos sean respetados.